lunes, 13 de mayo de 2013

San Isidro

Las Fiestas de San Isidro son unas fiestas anuales celebradas en Madrid a mediados del mes de mayo. Tradicionalmente se suelen instalar en el barrio de San Isidro en Carabanchel. Se celebran durante un periodo de varios días en torno al 15 de mayo. Estas fiestas patronales en honor a San Isidro Labrador se caracterizan por las romerías, verbenas, atracciones y diversos espectáculos tradicionales. En la romería de San Isidro se dan cita algunos de los elementos más definitorios de lo que se ha denominado el «casticismo madrileño». La celebración de esta festividad tiene lugar en la Pradera de San Isidro y en las calles aledañas. Existen cuadros de Francisco de Goya representando la popularidad de esta fiesta a finales del siglo XVIII. 

Historia

La festividad y su celebración giran en torno a la asociación que hay entre el agua y San Isidro. Es costumbre ir en romería el 15 de mayo a beber el "agua del santo" que brota en un manantial anexo a la Ermita de San Isidro. Esta celebración se mezcla con la costumbre de merendar en las praderas de San Isidro si el tiempo lo permite.

San Isidro y el agua

San Isidro nació en Madrid, es de suponer que fuese el 4 de abril de 1082. Según era mencionado en su época San Isidro poseía el don de serle fácil encontrar agua (zahorí). Algunos de los manantiales fueron marcados posteriormente como lugares mágicos, incluso algunos de ellos fue entendido como lugar de milagro. Contrajo matrimonio con María, mujer que procedía de Uceda (Guadalajara). Los asedios almorávides a la ciudad de Madrid hacen que la pareja huya a Caraquiz, en esta aldea María cuidaba de ermita de Nuestra Señora de la Piedad mientras él como labrador cuidaba de las tierras. En 1119 regresa a Madrid para vivir en una casa cercana a la Iglesia de San Andrés. El 30 de noviembre de 1172 muere en su casa y su mujer regresó a Caraquiz donde pasó sus últimos días. La muerte del santo hizo que su fama se acrecentara durante el siglo XV.
El cuerpo del Santo se exhumó en abril de 1212 por primera vez y fue introducido en un sepulcro de la Iglesia de San Andrés (Madrid) y permaneció allí hasta 1266. La devoción del Santo fue creciendo y su cuerpo a veces era sacado de procesión con el objeto de invocar lluvias. En 1520 Juan de Vargas solicita permiso papal para construir en la Plaza de la Paja una pequeña capilla dedicada al santo, y poder colocar allí sus restos. Juan de Vargas construye en 1528 una ermita dedicada a San Isidro, este edificio se encuentra a las afueras de la ciudad, este edificio dio origen a la visita que anualmente hacían los madrileños. El 14 de julio de 1619 se beatifica a Isidro y se fija la fiesta para el 15 de mayo. El cuerpo del santo se introdujo en 1692 en una caja de madera regalada por Mariana de Neobourg, la esposa de Carlos II. La canonización hizo que se buscara un nuevo emplazamiento para sus restos y en 1669 se traslada a la capilla de San Isidro. La devoción del Santo que tuvo Carlos III hizo que los restos fueran trasladados (por quinta vez) al Colegio Imperial y ya justo antes de su muerte solicitó que los restos de San Isidro y su mujer fueran trasladados a la cámara real.
Delante de la Ermita de San Isidro existía una pradera que recogía a los primeros madrileños que querían disfrutar de su romería. El cuadro La pradera de San Isidro, pintado por Francisco de Goya en 1788, es un ejemplo de la importancia que adquirió esta celebración en el pasado. Veinte años después esta ermita recibe la ocupación de los franceses en la que desaparecen numerosos objetos donados por los reyes. Tras este periodo los madrileños recorrían cuesta de la Vega y la calle Segovia y acabar en la ermita besando los restos y posteriormente a beber del caño de la fuente mientras es costumbre recitar:
San Isidro hermoso, patrón de Madrid,
que el agua del risco hiciste salir

Costumbres festivas 

Es costumbre ya desde el siglo XVI la de merendar en el césped de la pradera y aprovechar el agua de los manantiales cercanos. Los múltiples puestos en los alrededores vendían rosquillas (Rosquillas del Santo), entre las más famosas se encontraban, las tontas (sin recubrimiento), las listas (con baño de azúcar), las francesas y las populares de la «Tía Javiera» y las de «fuenlabrada», generalmente ensartadas en un bramante. Son igualmente tradicionales los "torraos" y las garrapiñadas, las manzanas caramelizadas, los encurtidos, los escabeches. Igualmente era costumbre adquirir botijos (coloraos de Alcorcón, o los amarillos de Ocaña), pitos de cristal con flores de cristal (los denominados pitos del Santo). Las bebidas habituales eran los «chicos» de Valdepeñas (vasos de vino), la «clara con limón» y las limonada. Ese ambiente fue recogido por Goya en 1788. Recuerda el escritor Benito Pérez Galdós en su obra "Mayo y los Isidros" que era costumbre viajar a Madrid en esta celebración, de esta forma la capital se llenaba de extranjeros recorriendo las calles. La mejora de las comunicaciones hizo que numerosos habitantes de las afueras vinieran el 15 de mayo a las celebraciones, a estos visitantes foráneos se les denominó con el mote de "Isidros". La romería durante el siglo XX fue trasladada a la antigua dehesa de la Arganzuela y luego a la Casa de Campo, pero en 1941 se volvió a recuperar la tradición. los que participan en esta fiesta religiosa hacen unos postres exoticos que se lo ponen en la boca al santo y esperan hasta que desaparezca.

Celebración

En la actualidad las celebraciones se reparten a lo largo de toda la ciudad, las diversas casas regionales ubicadas en Madrid suelen hacer bailes regionales en la Plaza Mayor, semanas gastronómicas, verbenas de barrio, ferias taurinas, actos religiosos, actos deportivos como regatas en el río Manzanares, etc. Cada 15 de mayo es costumbre que los madrileños se reunan para comer en la famosa pradera y beber el agua que sale del caño de la ermita. El paseo que da a la ermita se llena de puestos con diversos elementos gastronómicos de la cocina madrileña como pueden ser la fritura de las gallinejas y los entresijos, bocadillos, encurtidos diversos (banderillas, aceitunas, berenjena de Almagro). La repostería típica de esta época. Como si se tratase de un picnic, extienden mantas en el suelo para disfrutar de la tortilla de patata, la empanada, el vino (preferiblemente en bota) o un cocido madrileño gigante, soliéndose acercar a repartir o, al menos, bendecir el alcalde que corresponda. El ambiente de verbena se llena de tiovivos. También es típico bailar un chotis vestido de chulapo y comprar las tradicionales rosquillas tontas y listas en los puestos de la feria.

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